Cultura de la masculinidad y violencia laboral. El caso de los petroleros de Tenaris.

Por NOEMI GIOSA ZUAZUA *

La prensa lo difundió durante los últimos días del mes de enero. La denuncia penal se había radicada un mes antes, en diciembre de 2022, cuando un nuevo trabajador de la empresa Tenaris del grupo Techint –localizada en Senillosa, provincia de Neuquén, y proveedora de caños para Vaca Muerta– declaró ante la justicia haber sido abusado sexualmente por algunos de sus compañeros. El hecho había sucedido en los vestuarios de la planta a la vista de los supervisores y se había repetido en la combi que los trasladaba al trabajo. El trabajador denuncio que lo manosearon, tocaron sus partes íntimas, le apoyaron las suyas, y querían darle besos en la boca (Nota Infobae, 30.01.23).

Las narrativas

En el relato del hecho se escucharon distintas voces además de la del trabajador que denunció el abuso. La del fiscal jefe de Neuquén, Maximiliano Breide Obeid, que abrió la causa de investigación penal, las de voceros de la empresa Tenaris, las de los trabajadores señalados como culpables, la del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Rio Negro, Neuquén y La Pampa, representada por su Secretario General Marcelo Rucci y la de un profesional académico que hace años investiga sobre estos temas, el antropólogo Hernán Palermo, investigador del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL- Conicet).

Reponemos las voces de este hecho que ocupó las noticias de los medios periodísticos locales y algunos de tirada nacional durante siete días, y después pasó al olvido. Relatos que exponen la violencia y su naturalización, algunas que expresan desconocimiento y otras que dan cuenta de que se trata de secretos a voces. Relatos que nos llevan a la reflexión crítica sobre culturas que construyen y reproducen violencia, sobre entornos laborales que las profundizan, sobre intereses que sacan sus beneficios económicos, en una trama patriarcal.

El trabajador, de quién se resguarda su identidad por las características del hecho, denunció que sus compañeros le dijeron que había que festejar su cumpleaños por su ingreso a la empresa y comenzaron a abusar de él. Ante ello, primero realizó la denuncia en la empresa y luego en la fiscalía.

El fiscal afirmó que había cinco imputados con el cargo de abuso sexual, delito que no tiene pena de prisión efectiva, y dijo: “según lo que relevamos, era algo habitual cada vez que ingresaba un trabajador, estaba naturalizado, algunos de los imputados pasaron por ese mismo rito, pero lo naturalizaron de manera tal que ahora se transformaron en victimarios”… “era un rito que se venía haciendo, un  rito de iniciación del empleo” (Pagina 12 – 27.01.23).

La empresa Tenaris publicó que una vez enterada del hecho hizo una investigación interna y luego aplicó medidas disciplinarias a once empleados: algunos fueron despedidos y otros suspendidos. El fiscal aclaró que la empresa aportó a la justicia videos captados por sus cámaras de seguridad y ayudó a identificar a los presuntos agresores y a los supervisores que habrían encubierto el ataque, porque la víctima no conocía sus nombres. (Pagina12, 27.01.23)

El hecho se hizo público en el momento en que los trabajadores que fueron despedidos de la empresa Tenaris hicieron una protesta junto a sus familias en el depósito de Senillosa, exigiendo a la empresa una respuesta por el despido, declarando que la empresa realizó una investigación interna a raíz de que “un muchacho se sintió maltratado hace más de un mes” (Diario Rio Negro, 25.01.23). El fiscal aclaró que al momento en que la justicia penal recibió la información de la empresa de que despediría a los trabajadores involucrados y a los supervisores vinculados, desde la fiscalía se notificó a estos trabajadores que estaban imputados en el hecho, se los invitó a designar abogado defensor y se dictó la prohibición de acercamiento a la víctima. El fiscal agregó que “este tipo de cosas no están tan fuera de lo común como puede pensarse, en distintas instituciones hay distintos ritos de iniciación, no es la primera vez que pasa en la provincia; hay que tener valentía para hacer este tipo de denuncias, para enfrentar a los compañeros y para exponerse. Los imputados reclamaron a la empresa como si fuese un despido laboral normal, y no es así” (Programa Rio Negro, radio). “Esta persona se animó a denunciar, creemos que hay otros casos, pero nosotros podemos accionar solamente, como es un delito de carácter sexual, si la víctima hace la denuncia”. (Diario Rio Negro, 25.01.23)

Diferentes fueron las declaraciones del Secretario General del sindicato de petroleros privados, Marcelo Rucci, que sostuvo que si eran  prácticas naturalizadas, el Sindicato no estaba al tanto de que ocurrieran: «Nosotros en la actividad una manteada, una cosa de esas, en la actividad… fue durante mucho tiempo normal, pero ya ahí abuso sexual como está planteada la denuncia es otra cosa» (Info Gremiales), reconociendo que existen los denominados ritos de iniciación pero sin las connotaciones mencionadas. Cuestionó el despido de los trabajadores, sosteniendo que deberían haberlos suspendido hasta tanto tener el resultado de una investigación judicial, ya que muchos niegan haber estado en el hecho.

Sentando precedentes

¿Cuánto desconocimiento o asombro puede aducirse a estas prácticas sobre las cuales se realizaron estudios e investigaciones académicas que datan de al menos quince años? Sobre este tema se publicaron diversos artículos que analizan el problema, y se elaboró una tesis doctoral publicada como libro, “La producción de la masculinidad en el trabajo petrolero” (Editorial Biblos, 2017), del antropólogo Hernán Palermo, donde se exponen crudos testimonios de petroleros que describen con detalle algunas de estas terribles “prácticas de bienvenida”.

El artículo “Machos que se la bancan: masculinidad y disciplina fabril en la industria petrolera argentina”, publicado  en 2015 por Hernán Palermo, inicia dando cuenta de la habitualidad de las prácticas: “En la ciudad de Comodoro Rivadavia, Argentina, es un secreto a voces que en los espacios laborales de los petroleros tienen lugar prácticas habituales y cotidianas entre hombres como demostraciones de hombría, exposiciones de fortaleza, “rituales de iniciación” o “actos bautismales”. Cabe remarcar que es frecuente que estas “bromas” posean claras connotaciones sexuales”.

En el mismo artículo, uno de los testimonios tomado a un petrolero jefe de equipo, dice: “La vez pasada nos mandaron un pibe para operador de boca de pozo. Estaba muy blandito. Le hicimos una joda que por poco se muere. Yo me fui a mi tráiler y le dijimos que todos los recién llegados tenían que entregar el culo al jefe de equipo. Cuando viene al tráiler a hablar conmigo, yo lo estaba esperando con otro compañero, como haciendo que estábamos en la cama… Y le digo: ‘Esperá tu turno afuera que ya te va a tocar’. Nos moríamos de risa” (jefe de equipo, 2012).

Otro testimonio de un operador de boca de pozo, dice: “A un pibe lo agarraron, le bajaron los pantalones y le mandaron grasa con un guante en las bolas que eso no sé cómo lo sacas….Lloraba el pibe…A otro lo agarramos con el mecánico, me acuerdo…¡Un hijo de puta¡….Lo agarramos entre todos y le pegamos fuerte, lo dejábamos rengueando. Esa era otra joda (Operador de boca de pozo, 2013).

El artículo también destaca el hecho de gravedad que sucedió en el año 2008, cuando “se presentó una denuncia judicial por violación en un pozo de petróleo. A raíz de la investigación policial y judicial se constató que un jefe de turno había perpetrado un acto de violación contra un joven de una empresa contratista que se iniciaba en el trabajo petrolero. A partir de esta denuncia, y del suicidio del joven unos meses después, muchos testigos interrogados aseveraron que las violaciones a los jóvenes no son una práctica excepcional entre los hombres petroleros. Este suceso, lejos de ser una anécdota subida de tono, confirma uno de los mecanismos de instauración y afirmación de la masculinidad en relación con la subordinación de la feminidad”-

La problemática también se difundió por medio del arte cuando en el 2018 se estrenó la obra de teatro “Petróleo”, de la compañía argentina de teatro Piel de Lava, repuesta varias veces en distintas salas, que pone en cuestión la construcción del género y los estereotipos, buscando derribar los mitos de virilidad extrema que rodean a los trabajadores del petróleo.

Desde hace años, en diferentes empresas petroleras y al saber del personal jerárquico, se somete a los trabajadores ingresantes a estas prácticas llamadas “rituales de iniciación” o “actos de bautismo”. ¿Por qué sucede? ¿Qué simboliza? ¿Por qué, excepto que una víctima decida denunciar, las empresas suelen mirar para otro lado? ¿Por qué los sindicatos se hacen los distraídos?

Las voces informadas

Acudimos nuevamente a la voz de Hernán Palermo, quién reflexiona al calor de sus investigaciones y tesis.

En la entrevista para el programa de radio “En eso Estamos”, de Rio Negro, el antropólogo sostiene que el trabajo del petrolero realza una serie de características inmersas en el tipo de cultura de masculinidad con la cual se forma a los varones. Es un tipo de empleo que promueve la exaltación de la masculinidad: hay que aguantar 14 o 21 días en el pozo, durmiendo en tráiler, lejos de la familia; hay que resistir las inclemencias del tiempo y trabajar en altura con ráfagas de viento a elevada velocidad de más de 100 km/hs; hay que mostrar resistencia a los golpes que suceden todo el tiempo, trabajando con herramientas pesadas, con componentes inflamables. Se transmite el mensaje de que: “si no te lo bancas, sos un maricón”. Por eso se practican y “justifican” los ritos de iniciación a los ingresantes, tienen que  pagar el derecho de piso que incluye el repertorio de la violencia sexual. Y por eso quienes hoy lo practican, pasaron por lo mismo a su ingreso a las empresas.

En la misma entrevista, Palermo sostiene que el hecho es brutal, repudiable, pero es más común de lo que se piensa, y los trabajadores que produjeron esa violencia no son monstruos, sino que actuaron bajo las condiciones que imperan en ese lugar, es lo que se espera de ellos. Por eso sus supervisores no detuvieron la situación, y por tanto la legitimaron. Sucede que esa masculinidad es evaluada por las empresas porque son una herramienta más de trabajo, una exigencia más de las empresas como aptitudes “no escritas”, más allá de los saberes técnicos. Se asignan tareas pesadas a los principiantes y las jefaturas van poniendo a prueba el carácter de los jóvenes y si son capaces de “bancarse” el trabajo petrolero. De hecho, la adenda al convenio colectivo que se firmó en el año 2017 en Vaca Muerta-Añelo, que se publicitó como ejemplo de un convenio flexible y moderno, modificó el trabajo en altura a vientos con más velocidad de lo hasta ese momento admitido, lo que se asocia a un trabajo en el que hay que aguantar para hacerlo. Mientras más se exacerba el discurso de la masculinidad, más precarios se encuentran los trabajadores en su ámbito de trabajo, sostiene Hernán Palermo.

¿Qué hacer? Empresas y sindicatos

Nos hacemos ecos de las reflexiones de Palermo, cuando sostiene que hay un cúmulo de responsabilidades que no se agotan en la investigación de un delito.

Algunas de las voces como la del fiscal, o el antropólogo, subrayaron la importancia de la denuncia ante la fiscalía para dar lugar a una investigación. Palermo agregó que “denunciar esto para un varón es muy denigrante, en términos de la producción de la masculinidad, hay que tener mucho coraje, porque en general esto no se denuncia, esto queda en un secreto a voces”.

Pero el problema no se termina con una denuncia y su investigación. Desde las empresas y desde los sindicatos hay una enorme tarea por realizar. Lo primero es tomar conciencia de estas realidades en lugar de desconocerlas, y producir ámbitos de formación y de problematización. Sostiene Palermo que el sindicato, como organización de las y los trabajadores, es fundamental para abordar estos temas y problematizarlos, porque el ejercicio de la masculinidad no solo lleva a esta práctica aberrante, sino también a cotidianeidades como adicciones en consumos problemáticos, dificultades para lidiar con las propias familias por estar asilados en sus lugares de trabajo mucho tiempo, con dificultades para ejercer la paternidad. Afirma Palermo que cuando un sindicato toma el guante de esta problemática y genera un ámbito de debate, las condiciones de los trabajadores cambian para bien. De lo contrario, el discurso de este tipo de masculinidad se va reproduciendo y afirmando.

* Economista, docente de la UNM, integrante del equipo del IPyPP y de Coyunturas, integrante del IEF CTA A, investigadora del CIEPP y consultora de la CEPAL.

Foto: EcoJournal

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