El sueño americano o de la pesadilla del mundo

Por FRANCESCO RAPARELLI (filósofo, profesor en la Universidad Roma 3 y la Universidad de Salerno, integra el espacio militante Esc Atelier)

Un primer comentario, al calor de la victoria de Trump. Político, pero sobre todo empresario y multimillonario. Líder indiscutible del declive de las estrellas y ruinas, del apocalipsis capitalista en curso y por venir. ¿Qué tarea nos espera en el mundo multipolar en disputa?

Conozco América de lejos, a través de la literatura –en realidad, quizá, muy de cerca. La literatura de la generación perdida, la de la primera mitad del siglo XX, más concretamente los años entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Dos Passos, Steinbeck, Fitzgerald, Faulkner. Es decir, la América de la gran «transición hegemónica» mundial, que la vio reemplazar al Imperio Británico. Pero la América, también y, sobre todo, sindicalista y comunista, emigrante y subversiva; después de 1929, desempleada y pobre.

Así que les sugiero que piensen en Trump leyendo Mil novecientos diecinueve, la obra maestra de John Dos Passos adorada por Jean-Paul Sartre y Cesare Pavese. Es la segunda novela de la Trilogía Americana, una obra de montaje que mezcla ficción y biografía polémica e incendiaria de la nación. Dos Passos relata la «dinastía Morgan» con un estilo a la vez mordaz, lírico y cinematográfico:

«Guerras y desplomes bursátiles,

ametrallamientos e incendios,

quiebras, préstamos de guerra,

hambre, piojos, cólera y tifus:

este es el clima propicio de la dinastía Morgan».

Hablamos de la América de la Guerra Civil, cuando el joven John Pierpont Morgan «invirtió algo de dinero en revender mosquetes descatalogados al ejército del Norte, y empezó a hacerse oír en la “sala del oro” del distrito comercial de Nueva York». Ante el «pánico de 1893», Morgan «salvó al Tesoro de Estados Unidos […] taponando la hemorragia de oro». Y «a partir de entonces, la palabra de Morgan fue ley». A día de hoy, JP Morgan Chase es el banco más rico y poderoso del mundo.

La de Trump es también una dinastía. Trump no es sólo un líder político, es ante todo un empresario, que tiene a sus espaldas la corrupción y el fracaso, los golpes bajos y los éxitos, la violación y la voluntad de ganar. Trump es también un ganador americano: el número uno que convierte el caos en oportunidad, el desorden en fiesta del orden, la debacle de muchos en trampolín para sí mismo. La vida como empresario: el sueño americano.

Si quienes desean transformar el mundo no perdieran el tiempo con lecturas cómodas y se rozaran, a diario, con el gran pensamiento burgués, descubrirían que ya en 1911 Joseph Schumpeter, todavía vienés y aún no estadounidense, escribió sobre el empresario y su sueño, sus motivaciones:

«En primer lugar, está el sueño y la voluntad de fundar un imperio privado y generalmente, aunque no necesariamente, también una dinastía. […] Luego está la voluntad de ganar. Voluntad de luchar, por una parte, y por otra de alcanzar el éxito como tal y no los frutos del éxito. […] Por último, una tercera familia de motivos es la alegría de crear. […] Crea sin cesar porque no puede hacer otra cosa, no vive para disfrutar de lo que ha adquirido. […] Debajo de nuestra imagen del tipo de empresario está el lema: plus ultra».

¿Huelen a Trump? Mejor aún, ¿no les parece haber visto a Elon Musk en las palabras de Schumpeter? Se trata de posesión: fundar un imperio, generar una dinastía, generar sin parar (‘nunca es suficiente’). Musk, cuentan las crónicas, está tan obsesionado con la generatividad dinástica que, además de tener decenas de hijos, dona esperma a sus amigos. Una gran locura fálica hecha de misiles, arrogancia, irregularidades, trabajo dopado (ketamina, para trabajar 16 horas al día), visiones apocalípticas, privatización técnica, o infraestructural, de todo el universo. El sueño americano: la pesadilla del mundo.

Trump es un ganador, la América profunda quiere volver a ganar. Porque la victoria, el deporte y la guerra como ethos generalizado, están encarnados por multimillonarios que «salen a la cancha» y arrasan con la política «razonable», educada, formalmente (y solo formalmente) inclusiva. En Italia, por otro lado, sabemos un par de cosas sobre el empresario político…

Trump acaba de afirmar, declarándose el 47º presidente de Estados Unidos, que acabará con las guerras. Es evidente que miente. Apoyará a Israel en la guerra contra Irán, se enfrentará a Lula y a América Latina con su amigo Milei, reforzará la guerra comercial contra China, la guerra de divisas contra los BRICS, haciendo de las criptodivisas un fiel aliado del dólar, una reserva de valor mundial. Relanzará el proceso de desestabilización mundial iniciado por Bush hijo, el proceso de demolición europea deseado por Biden. La posible tregua en Ucrania sólo será una forma de profundizar la desintegración de la Europa democrática y del welfare.

¿Tendrá éxito? En la desestabilización, desde luego que sí. En la construcción de un nuevo orden estadounidense, sin embargo, creo que no. Desde Bush hijo y el sueño del «nuevo siglo americano», mucha agua ha corrido bajo el puente: la deuda pública estadounidense sigue creciendo, el invierno demográfico occidental no se detiene, el «exorbitante privilegio del dólar» no es eterno, la desordenada huida de Kabul podría repetirse. Trump es un ganador, pero la suya no será una ‘destrucción creativa’.

Una parte demasiado importante del mundo, en términos de población y crecimiento del PBI, ya no está dispuesta a aceptar el infierno estadounidense. La pregunta que hay que hacerse, sin embargo, es: ¿existe nuestra parte en el mundo multipolar en disputa?

Sólo el siglo (y más) de lucha de clases ha hecho habitable el mundo. Sin lucha de clases, Occidente coincide con el «clima propicio de la dinastía Morgan», el Sur Global, que también es un terraplén del Occidente, no brilla en términos de potencial de libertad.

En el caos sistémico, nuestra parte aún no ha llegado. Nuestra tarea, en la avalancha de «bifurcaciones en cascada» características del caos y de los «sistemas alejados del equilibrio», es inventarla. Necesitamos imaginación, organización, máxima inteligencia y confianza.

Publicado en Italia por Dinamo Press

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