Tramando un nuevo rumbo. El nuevo libro colectivo con Vandana Shiva desde el sur
Por FLORENCIA CARBAJAL (activista menstrual, nómade digital, licenciada en Filosofía, integrante de Red Editorial)
La espiritualidad enraizada: el camino hacia la integración
En tiempos de policrisis y vísperas de colapso civilizatorio, nos encontramos para Vandana Shiva frente a una necesidad humana de integridad, de integración. Creemos que Vandana, quizás como pocos, es capaz de crear estrategias para esa regeneración integral. Para reconocernos, en tanto seres vivos, como organismos en co-evolución con nuestros ecosistemas orgánicos, culturales, con ritos y ritmos específicos. Para recordarnos siendo parte de un ecosistema/paisaje mayor, de un campo biológico, de una inteligencia planetaria, de la que participamos en tanto seres vulnerables y finitos e insertos en un planeta con límites físicos. El antropoceno puede ser destructivo y/o creativo, nos recuerda.
“A la vez que las participantes de diversos movimientos -ecologista, feminista, pacifista y sobre todo, a favor de la salud- redescubrían la interdependencia y la conexión entre todas las cosas, también redescubrieron la llamada dimensión espiritual de la vida; constataron que esta interconexión recibía a veces el nombre de espiritualidad” (Shiva, 2015).
Según Vandana, como especie estamos atravesando una crisis sanitaria, de cuidados y climática que está tomando la forma de un conflicto espiritual. La relevancia ecológica y sensual que concede la autora a la espiritualidad, radica en redescubrir el carácter sagrado de la vida. ¿Cómo seremos capaces de respetar todas las formas de vida si no comprendemos su carácter fundamental? Esta cualidad sagrada de la vida no reside en la divinidad trascendental, sino en la inmanencia de la presencia de la vida cotidiana. La existencia como presencia, como celebración ritual, como danza y como canto. La existencia situada, enraizada, localizada, en recuperación y defensa del cuerpo-territorio. Si bien esta posición de Vandana, ha creado un hiato en la recepción de su obra, entre feministas espirituales y materialistas de izquierda (por catalogar de algún modo el debate), Vandana nos deja en claro que lejos del movimiento new age, la espiritualidad de lujo que no puede superar la dicotomía entre espíritu y materia, y la mercantilización capitalista de los saberes de subsistencia (yoga, meditacion, magia, chamanismo, productos esotéricos, prácticas alternativas del cuidado de la salud, etc); esta espiritualidad a la que alude, se juega en en el marco de una crítica al sistema mundial de explotación existente. Esta inmanencia a la que refiere encuentra sus raíces en la producción cotidiana de subsistencia que realizan la mayoría de las mujeres del mundo y es fundamento de la posición ecofeminista. No es un sentir trascendental, es un estar presente y enraizado, en la existencia material, reconstruyendo la trama, guardianando las esferas de vida en peligro de extinción, haciendo lo que hay que hacer. Es servicio, camino con corazón y respons-habilidad, capacidad de responder frente al llamado del tiempo histórico. Sostener fija la mirada en nuestro tiempo, percibir su luz y oscuridad.
El falso ring al que quieren subir a Vandana Shiva para dar la batalla entre bioconservadores versus transhumanistas (V. Shiva vs. B. Gates) polariza el enfrentamiento entre una supuesta idea de evolución tecnológica, frente a una supuesta mirada inocente de retorno a la naturaleza y tecnofobia. Para nosotros, cualquier apropiación de Vandana Shiva en esa línea dicotómica, es por lo menos, reduccionista, y este libro es una humilde invitación a seguir pensando lento y grande, como práctica y entrenamiento para escapar de esos binarismos.
Nos resulta evidente que para Vandana, los valores de unidad, ecodependencia e interdependencia, no son del orden de la militancia territorial y/o intelectual, sino una necesidad vital del espíritu de nuestro tiempo. La aceleración en la evolución de la conciencia planetaria está sucediendo en paralelo al avance tecno-científico. Y en ese contexto, nuestros desafíos materiales para reinventar la subsistencia, la aceptación de nuestras contradicciones y registros de polarización, las fluctuaciones y transiciones entre el viejo y el nuevo paradigma, son portales que se abren y nos permiten investigar otros devenires espacio-temporales, e ir hacia nuevas configuraciones de vidas posibles y de escenarios futuros.
Nos preguntamos ¿Cuáles son esos escenarios, utópicos y/o realistas, que nos habilitan a imaginar futuros prósperos, co-creativos, integrales y abundantes, desobedientes y pacíficos, bajo otras formas de organización colectiva? Las preguntas que se abren en este libro dan cuenta de la complejidad del entramado, y la capacidad de actuar, hackear o no intervenir. Nos preguntamos por los posibles niveles de soberanía cíclica, física, biológica, mental, emocional, intuitiva, celular y social que podemos tener los seres humanos, en un magma de cambios uránicos y radicales de la materialidad del mundo que habitamos, donde como dice Yayo Herrero, “se ha declarado la guerra contra la vida”. Por eso, en este mismo contexto también, la vida, se ha convertido en el bien supremo.
Soberanía cíclica de las semillas en el cuerpo-territorio
Cuando la industria alimentaria, a través de la ingeniería genética, pudo por primera vez intervenir las semillas genéticamente, patentarlas y aumentar aún más las ganancias del agronegocio; Vandana Shiva vislumbró el mayor avance de dominación y extractivismo jamás antes realizado en un solo gesto: el adueñamiento de las semillas. El primer eslabón de la cadena alimentaria había pasado de ser “un organismo vivo” a ser un “organismo manufacturado”. Vandana se levantó con todas sus fuerzas y gritó: “¡No! Eso está muy mal y no podemos permitirlo”.
Para sostener su postura, dio cuenta de la continuidad entre los procesos de colonización: el Estado-Nación sobre los territorios, bienes comunes (llamados recursos naturales) y pueblos ancestrales; el saber científico operando sobre el saber de los cuerpos y los saberes populares de subsistencia y sobre todo los ligados a las prácticas de cuidado de las mujeres y el uso de las plantas medicinales y sagradas. El extractivismo sobre los cuerpos y los territorios siempre fueron análogos y compartieron un ritmo de avanzada. Una vez más, en nombre del progreso, Vandana era testigo de cómo el colonialismo avanzaba, esta vez en forma de “nuevas tecnologías queriendo monetizar la función reproductora de las semillas”. Sabía que, tarde o temprano, las leyes de patentamiento de las semillas lograrían que las tareas de los granjeros y campesinos de cuidado, tenencia y protección de las semillas, se tornara una actividad ilegal, como ya había sucedido a lo largo de la historia con algunas otras plantas medicinales. Por eso institió en demostrar que la semilla no puede ser propiedad corporativa.
Vandana Shiva nos muestra cómo mediante las patentes y la ingeniería genética, se han creado nuevas colonias. El futuro asociado a las nuevas tecnologías, al comercio de alimentos y a la actividad agrícola sin restricciones (no debemos pasar por alto que hoy la tecno-ciencia avanza para hacer carne de forma masiva en impresiones 3D y crear úteros artificiales donde cultivar embriones humanos a escala industrial) , representa el ámbito concreto donde se dirimen algunas de las cuestiones fundamentales, tanto económicas como éticas, para la humanidad en la actualidad.
La tierra, los bosques, los ríos, los océanos y la atmósfera están colonizados, erosionados y contaminados. Ahora, el capital tiene que buscar nuevas colonias que invadir y explotar para acumular más riqueza. Esas nuevas colonias son, en mi opinión, los espacios interiores de los cuerpos de las mujeres, las plantas y los animales. (Shiva, 2001)
Para Vandana, la semilla es la parte más importante del sistema alimentario y no podemos perder su cualidad autopoiética. Esa capacidad de hacerse a sí misma, de recrearse una y otra vez de forma orgánica, de reproducirse, de regenerarse, de multiplicarse, de proteger la vida, de ciclar, es para ella una cualidad innegociable frente al avance de las nuevas tecnologías y la cooptación como patrimonio privado de las empresas y organismos multinacionales. Ese poder de la semilla representa el poder de la vida, de la libertad, el poder de lo eterno, de multiplicación infinita. Espacio donde mora la memoria ancestral y el saber de un tiempo venidero.
Las semillas humanas, óvulos y espermatozoides, corren hoy los mismos riesgos que las semillas vegetales. La tasa de fertilidad en el mundo cae a la mitad cada 20 años. Shanna H. Swan, Ph.D, una de las principales epidemiólogas ambientales y reproductivas del mundo y profesora de medicina ambiental y salud pública en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, afirma que estamos ante una crisis global de la fertilidad. Cada vez más hombres y mujeres atraviesan por desequilibrios hormonales, pierden la regularidad de los ciclos vitales; y los biomarcadores que nos indican que estamos ciclando, desaparecen.
Las plantas, las semillas, los suelos, están cada vez más estériles. Y como seres interdependientes y ecodependientes que somos, esto afecta a todas las especies, humanas y no humanas. Vivimos en un sistema que ha trastocado el valor de la vida. Hemos convertido una vida singular en una mercancía con precio. Si las empresas controlan las semillas, el primer eslabón, también controlan la cadena alimentaria. Del mismo modo, si las empresas controlan los óvulos y los espermatozoides, primer eslabón de la reproducción humana, también controlarán la sexualidad, la reproducción y perdurabilidad de la especie. El deterioro de la fertilidad y la función reproductiva, junto con los cambios en la pirámide demográfica que muestran el envejecimiento masivo, son claramente, (más allá de los hábitos y regulaciones locales) un problema global. Gracias a la perspectiva de soberanía alimentaria y a los evidentes avances del agronegocio, especificamente en materia de ganadería industrial, ya lo sabemos: controlar la sexualidad de un mamífero es la pre-condición que posibilita la dominación de especie. Se vuelve mansa, manipulable, predecible.
Los límites tradicionales entre el sector farmacéutico, el de la biotecnología, el agroalimentario, el químico, el de los cosméticos y el de la energía están desapareciendo. La crisis de la fertilidad que atravesamos los cuerpos y los territorios, y el negocio creciente que hace de la infertilidad un nuevo mercado en auge, son símbolos claros de esa consolidación y concentración, y por supuesto, alarmas que tenemos que escuchar con atención.
Para responder a esta avanzada técnica científica de la revolución verde, en 1987 Vandana Shiva fundó Navdanya, una organización india revolucionaria que apoya agricultores locales, rescata y conserva las variedades locales de semillas, en peligro de desaparición por el uso de variedades comerciales. En los últimos 30 años, Navdanya ha establecido 150 bancos comunitarios de semillas en 22 estados de la India, ha recolectado, guardado y conservado más de 4000 variedades de arroz. Además, ha promovido y conservado los cultivos alimentarios olvidados, que fueron expulsados por la revolución verde y la expansión de los monocultivos, como el mijo, los pseudocereales y las legumbres. Es decir, ha resistido. Y no solo ha resistido frente a lo que había; sino que además ha creado lo que aún no existía, las condiciones de posibilidad de regeneración. El movimiento que genera Shiva es, al mismo tiempo, de resistencia y creación, de resistencia creativa.
Banco de semillas, los antecedentes de la transición
Este libro surge a partir de una conversación con Vandana Shiva en noviembre de 2021, facilitada por un equipo de intérpretes y traductoras, conformado por Catalina Saraceno y Samanta Libenson, con el respaldo de la Carrera de Ciencia Política de la UBA y de Red Editorial. Si bien las referentes del ecofeminismo en Argentina desde el 2018 habían intentado instalar el tema en diversas universidades, no habían encontrado el apoyo político-institucional. Recién en 2021 se logró crear la primera Diplomatura de Ecofeminismo en todo Latinaomerica, con 245 inscriptas en la primera cohorte[1]. En el plantel docente participaron Vandana Shiva, Yayo Herrero, Alicia Puleo, Maristella Svampa, Damián Verzeñazzi, Soledad Fernandez Bouzo, Silvia Papuccio de Vidal, Maria Elena Ramognini, Alejandra González, Daniela Alvarez, Elina Figueroa, María Bosco, Malena Blanco, Iara Vilardebo, Vanina Bianqui, Sabrina Logiovine, Santiago Díaz, Belen Demoy, Regina Ruete, Inés Camillioni, Jazmín Rocco Predassi, Carolina Ferreyra, Sofia Slaboj Parisi y quien escribe.
Este libro fue gestado desde la alegría y con la intención de hacer registro de esa potencia de intervención del pensamiento y la acción. El proceso de curar la voz de Vandana Shiva y entretejerla con la de activistas y pensadorxs locales, ha requerido de operaciones políticas y afectivas, de quiebres internos, de posicionamientos firmes sobre con quién agenciarnos para crear un pensar poroso, desde dónde construir nuevas alianzas y cómo hacer sostenible el trabajo colaborativo.
Si bien desde los años 60, feminismo y ecologismo se aúnan, en la Argentina del 2021, momento en el que se enmarcan estas conversaciones, podemos decir que en la calle, feminismo y ecologismo aún no se reconocían cara a cara ni se sentían parte de un mismo movimiento. Por ese entonces no era nada obvio que “tenían puntos en común” y que la crisis de los cuidados y la ecológica eran las dos caras de la misma moneda. En ese momento había que justificarlo. Preguntarle a un activista socioambiental por el aborto era una pregunta desubicada que “no tenía nada que ver”. De igual forma lo era preguntarle a una feminista por el cambio climático. Si bien contábamos con fértiles antecedentes, teníamos una deuda en el campo local de acción y del pensamiento, tanto en la articulación política territorial como en la visibilización de la temática en el marco académico: el ecofeminismo no era un movimiento reconocido. Esta situación ha cambiado casi por completo, en los dos últimos años.
Por ese entonces, los antecedentes podían hallarse en el curso de “Introducción al Ecofeminismo” que brindaba Educadores Ambientales en Red y que dictaban Silvia Papuccio de Vidal, María Elena Ramognini y Adriana Monzón. Silvia y María Elena son las autoras de “Teoría y Praxis del Ecofeminismo en la Argentina” que fue publicado en 2018. Adriana por su parte, fue la introductora del eje ecofeminista en los encuentros nacionales de mujeres en el año 2019 y su experiencia da cuenta de las dificultades para instalar el tema en los debates feministas y los encuentros nacionales de mujeres. Entre los años 2016 y 2020 el ecofeminismo comienza a germinar en la Argentina y por estos años también se producen intervenciones y textos de otras importantes autoras y activistas tales como Maristella Svampa, Flavia Broffoni y Claudia Korol. Todas estas autoras vinculan en sus textos y acciones las luchas ambientales, los feminismos comunitarios territoriales y las experiencias de las mujeres del sur global.
Otras experiencias antecedentes son por un lado la Red de Defensoras del Ambiente y el Buen Vivir, iniciativa de María José Lubertino, que desde el año 2018 otorga el premio Berta Cáceres a experiencias de lucha ecofeministas de nuestro país; la Cátedra libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina (UBA) y también la cátedra de Teoría y Praxis del Ecofeminismo de la Facultad de Sociales de la UBA aprobada en el año 2021. Y por supuesto las decenas de luchas de mujeres organizadas en diferentes puntos de nuestro país, también invisibilizadas, llevando adelante la defensa del territorio, la naturaleza y la vida comunitaria, frente a diferentes conquistas de multinacionales implementando proyectos extractivistas.
Sin dudar podemos decir que la soberanía popular alimentaria había echado raíces muy profundas en Argentina. Había logrado trazar redes teóricas y prácticas sólidas para ejercer el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sostenibles de producción, distribución y consumo de alimentos, contra el agroextractivismo y en defensa de los pequeños y medianos productores. Contábamos con una cátedra libre en diversas universidades nacionales, referentes con injerencia internacional del pensamiento ecofeminista latinoamericano, la primer cátedra de ecofeminismo en la universidad, experiencias de resistencias populares exitosas contra varias multinacionales, periodistas y comunicadores especializados con mucho alcance en la difusión de estas temáticas, y una publicación magistral del Instituto de Salud Socioambiental de Rosario que había logrado dar cuenta de forma contundente de la doble contaminación y extractivismo del cuerpo-territorio. El ecofeminismo en Argentina no solo había echado raíces, también estaba floreciendo.
Conversaciones desde el Sur: hacia el libro colectivo
Este libro recoge, entonces, la conversación original con Vandana Shiva, las reflexiones de quienes fueron sus interlocutores y la experiencia de otras referentes a quienes invitamos a sumar sus voces y entablar otros diálogos con el pensamiento de la autora. En las siguientes páginas se despliega un fascinante mandala de diálogos y reflexiones que nos sumergen en el pensamiento de Vandana Shiva y sus interlocutores en Argentina.
Damian Verzeñassi conversa con Vandana sobre la relación entre la enfermedad, la libertad y la instalación de extractivismos en países empobrecidos, que él denomina «geopolítica de la enfermedad», concepto que profundiza en el artículo colectivo: “El rol de los Cuidados en los tiempos de la Geopolítica de la Enfermedad”.
Karina Bidaseca abre dos preguntas fundamentales en su diálogo con la autora: 1) busca entender cómo pueden entrelazarse las prácticas artísticas de mujeres y disidencias en un contexto de ecocidio, y 2) aborda la compleja relación entre el capitalismo y el ecocidio/feminicidio, cuestionando dónde se encuentra ese «afuera» que históricamente el capitalismo ha necesitado para su reproducción. Karina profundiza esta reflexión contemporánea entre “feminismos y ecología política” en el artículo “La memoria del Agua”.
Guillermo Folguera propone a Vandana Shiva una serie de interrogantes cruciales que trascienden las fronteras de la ciencia y la tecnología en la sociedad actual. En su texto, se adentra en la problemática de cómo las ciencias y tecnologías han sido instrumentalizadas por el poder estatal y empresarial en aras de la mercantilización y el control territorial y humano. Busca respuestas a la posibilidad de concebir en este contexto ciencias y tecnologías diferentes, en sintonía con el bienestar y la autonomía de las comunidades y la naturaleza. Además, indaga sobre los vínculos necesarios entre los saberes científicos y los saberes no científicos en la búsqueda de alternativas. Y en el artículo “Ciencias que tenemos, ciencias que buscamos” reflexiona en profundidad sobre el papel de la ciencia y la tecnología en la construcción de un mundo más justo y sostenible.
Camila Herrero, egresada de la carrera de Ciencias Políticas de la UBA, activista socioambiental, y en su momento referente de Investigación y Políticas para Sostenibilidad de Eco House Global, conversó con Vandana en representación del grupo de alumnes de la primera cohorte de la Diplomatura de Ecofeminismo. En su pregunta, a quien Vandana dedica la reflexión final de la entrevista, Camila Herrero planteó la intrincada relación entre lo ambiental y lo social en el contexto de la globalización; y conversaron sobre las estrategias pertinentes para una transición ecosocial, focalizando en cuatro ejes fundamentales: la redistribución de la riqueza y los recursos, la influencia del modelo extractivista en la economía y la estabilidad política de las naciones, la disociación entre los discursos ambientales y los aspectos sociales, y la viabilidad de las integraciones regionales.
Soledad Barrutti, periodista y escritora que trabaja en temas vinculados a la alimentación y a la industria, autora de “Malcomidos” y de “Mala leche”; afinó el diálogo con Vandana a partir de la aprobación del trigo transgénico en Brasil y su impacto en Argentina, donde además se presenta como un logro nacional. Vandana Shiva respondió con profundo conocimiento y compromiso, explorando las estrategias posibles para enfrentar este nuevo episodio en la compleja relación entre la biotecnología agrícola y la soberanía alimentaria en América del Sur.
Además de estos valiosos diálogos, este libro también cuenta con la contribución de destacadas referentes del Ecofeminismo que a su vez fueron docentes de la Diplomatura, como Daniela Álvarez, Albertina Maranzana, Ana Lis Rodríguez Nardelli, Silvia Papuccio de Vidal y Maria Elena Ramognini, quienes tejerán un tapiz de conocimiento que abarca desde las epistemologías ecofeministas hasta algunas experiencias concretas en el territorio, pasando por la intersección entre feminismo y agroecología, y la explotación de cuerpo de las mujeres a través de la captura médico-científica de un proceso cíclico como lo es el parto. Daniela Álvarez, filósofa ecofeminista, en el artículo “Epistemologías ecofeministas de los sures”, con fina sensibilidad y agudeza conceptual postula una lectura critica del epistemicidio, a partir de la desjerarquización de saberes. Albertina Maranzana y Ana Lis Rodríguez Nardelli desde Colectiva Demetra comparten la tarea de sembrarnos en el nuevo paradigma a través de experiencias ecofeministas en el el territorio, como la que llevan adelante en el Programa de “Mujeres Semilla”. Silvia Papuccio de Vidal, docente de la Cátedra Teoría y praxis del Ecofeminismo, escribe un articulo para tender puentes urgentes y necesarios entre el feminismo y la agroecología. Y Maria Elena Ramognini, antropóloga y co-editora de este libro, profundiza en un tema magistral y poco investigado: “Cuerpo, ciencia y poder: el parto como territorio de exploración y conquista”.
Este libro es, sin duda, una obra que expande nuestros horizontes y nos invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrenta nuestro mundo en la encrucijada de la ecología y el feminismo. Frente a la imperiosa necesidad de un cambio de paradigma, a través de los diferentes artículos, encontraremos una insistencia permanente a pensar formas alternativas de transición ecosocial, y un llamado a reconocer que habitamos un tiempo-umbral en el que el llamado a la acción directa es urgente. En ese marco, la voz de Vandana Shiva nos ilumina como un faro.
[1] En el marco del cierre de la Diplomatura en Ecofeminismo de la Facultad Socioambiental de Eco House Global, en colaboración con la Carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires.