Política y petróleo.

Por CLAUDIO LOZANO,  presidente de Unidad Popular, ex Director del Banco Nación, ex diputado nacional

La falta de combustible en medio de la campaña electoral pretende ser presentada por la cadena de medios de comunicación comprometidos con el oligopolio petrolero y con la fórmula Macri – Milei como el resultado de la “demoníaca” intervención estatal que, al fijar precios, generaría desabastecimiento…

La campaña de desinformación se profundizó cuando, razonablemente, el Ministro-Candidato Sergio Massa, le puso un límite al comportamiento especulativo del oligopolio petrolero.

Pero, en verdad, lo que está ocurriendo no es el resultado de la existencia de precios congelados, sino de lo limitada que es la regulación pública sobre el sector e incluso la consecuencia de las exageradas concesiones que han favorecido al oligopolio petrolero.

Resulta absurdo asociar la situación con el congelamiento de los precios en un contexto donde, medidos en dólares, en los últimos años los precios de los combustibles en el mercado interno, fluctuaron en un rango marginal y acotado de precios. Más aún, en el último semestre los precios acompañaron la evolución de los precios internacionales e incluso se les autorizó un aumento del 12% en el contexto de la devaluación post-PASO. Recién ahí se pactó el congelamiento temporal. A su vez, estas concesiones se dieron en un marco que garantiza a las empresas un dólar diferencial para la exportación, lo cual les fija un precio para abastecer el mercado interno a través del barril criollo (56-58 u$s) que está muy lejos de los costos de extracción del barril, y con un beneficio de no actualización (desgravación) del componente de biocombustible e impositivo que participan del precio final.

En este marco de favoritismo para las empresas petroleras cuyas ganancias exceden la media de otros países más razonables, donde tenemos récord de producción, de inversiones y de exportaciones en el sector, que se da el absurdo de la falta combustible.

Resulta sorprendente que, en la mayoría de los análisis y las coberturas de este tema, en ningún momento haya aparecido un dato clave. En el contexto de expansión del sector descripto, hay caída de la producción de naftas y de gasoil, reducción en los volúmenes de refinación en todo el parque, incluso antes del congelamiento de precios.

Claramente la diferencia entre el precio generoso del barril (56-58 u$s) y los (85-90 u$s) de exportación ha dado lugar a los faltantes que padeció la población. Cuestión ésta que vuelve a evidenciar que es imprescindible una mirada y una regulación integrales, ya que en un mercado oligopólico y con empresas que exhiben además una fuerte integración, las señales de precio no funcionan como en un mercado de ‘competencia perfecta’. En este sentido, uno de los grupos empresarios con presencia dominante en el sector, es YPF. Dado que la mayoría accionaria es estatal, sería deseable que cumpliera su rol como empresa testigo. Se supone que la petrolera estatal no debería haber incurrido en especulaciones de este tipo y que, por lo tanto, sus estaciones de servicio deberían estar absolutamente abastecidas.

Respecto al carácter generoso del precio del barril criollo, baste con decir que la última información de Vista Oil (la empresa de Galuccio, quien montara su petrolera luego de dirigir YPF), ubica los costos de extracción en Vaca Muerta en los 10 u$s el barril. Sabemos que ese no es el único costo, pero en ningún caso, teniendo en cuenta una renta normal, debería exceder los 25 o 30 u$s el barril. Hasta los 56- 58 u$s del barril criollo están más que suficientemente remunerados. Sin embargo, aun así juegan al desabastecimiento para exportar más y agigantar sus beneficios.

El ultimátum de Massa a las petroleras es absolutamente razonable e incluso se queda corto. Pero además obliga a repensar el rol y funcionamiento de YPF (no es solo incrementar renta, sino comprometerse como empresa testigo), y a impulsar una regulación integral del sector energético.

Finalmente, luego de que el gobierno denunciara la falsedad de la versión que sostenía que la escasez de combustible se debía al congelamiento de los precios post PASO, luego de que se denunciara el comportamiento especulativo de las petroleras, de que se hablara de la retención de stocks y se les diera un ultimátum (planteando que si no regularizaban el abastecimiento no iban a poder exportar), resulta que la solución terminó siendo la que promovía y quería el propio oligopolio petrolero y que  propagaban los medios alineados con la candidatura de Milei y su alianza de facto con Macri: aumentar el precio de los combustibles impactando de manera negativa en la situación inflacionaria.

No alcanza con que tengan un dólar especial de exportación y la posibilidad de dejar parte de las divisas en el exterior. No alcanza con que el precio del barril criollo esté bien alejado de los costos de producción posibilitándoles ganancias extraordinarias. No alcanza con que no se actualice el componente impositivo, ni el corte de biocombustible para preservarle el margen de ganancia a las empresas. No alcanza con todas las concesiones, al parecer había que agregar otra más. La política de la concesión permanente en los mercados oligopólicos no da resultados adecuados y el proceso inflacionario argentino es elocuente respecto al fracaso de este tipo de enfoques. Más aun, ¡el aumento es comandado por YPF! La misma empresa estatal que no cumplió con su papel de empresa testigo para advertir sobre el comportamiento especulativo de los capitales privados, e incluso tuvo un comportamiento similar, es la que hace punta en el aumento de las naftas. Entonces, YPF termina siendo testigo para el aumento de los precios y no para colaborar en la regulación general del sector…

IMAGEN: BBC News

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