El diagnóstico del desempleo hoy en la Argentina.

Por NOEMÍ GIOSA ZUAZUA, integrante del equipo de Coyunturas, IEF CTA A, IPyPP

En los últimos años la visión acerca de las tendencias y la dinámica del empleo y del desempleo transitaron un debate marcado por dos posiciones. Una de ellas sostuvo (y sostiene) que los problemas que se manifiestan como carencia de puestos de trabajo es la consecuencia de una insuficiente tasa de crecimiento económico y por tanto de creación de empleo. De allí, la resolución recae principalmente en esperar a que la economía crezca lo suficiente. La otra visión, en la que me ubico, sostuvo y sostiene que el problema deviene del tipo de crecimiento económico y del tipo y cantidad de empleos que se genera cuando se crece, por ser empleos insertos en actividades de baja productividad que no dinamizan la estructura productiva. A su vez, no logra acceder a ellos un segmento de la población trabajadora que fue excluida laboral y socialmente hace ya décadas. Este conjunto de personas no encuentra otra estrategia que insertarse en actividades inestables y precarias, para alcanzar un ingreso que le permita la reproducción de la vida.

La primera posición fue adoptada, por ejemplo, por los gobiernos del Frente para la Victoria. En la actualidad parecen respaldarse en esta posición, las apreciaciones del actual ministro de Economía Sergio Massa, cuando destaca el crecimiento económico del último tiempo, que arrojó “la tasa de empleo más alta y la tasa de desempleo más baja desde hace veinte años”[i], sugiriendo que lo que existe es un problemas de ingresos[ii].

En esta nota me ocupo de abrir el nudo del desempleo, también de fundamentar que en la Argentina existe en la actualidad un grave problema para la creación de empleos plenos, entendiendo por tales a los empleos que permitan un ingreso para la reproducción ampliada de la vida de las personas, que cuenten con derechos socio-laborales, y que ofrecen una perspectiva de futuro con movilidad laboral y social ascendente. Empecemos por responder algunas preguntas.

¿Qué significa una baja tasa de desempleo?

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) define y mide un estado de desempleo que cuenta a las personas que no tienen un trabajo mercantil, están disponibles para trabajar, y buscaron trabajo en el último mes. Un desempleo que supone una fuerza de trabajo que está 100 % subutilizada. Este tipo de desempleo es denominado Desempleo Abierto: la última tasa publicada para el segundo trimestre de este año fue del 6,2 %, es decir que de 100 personas que están en el mercado de trabajo, 6 no tienen un empleo y lo están buscando activamente. Esta es la tasa que el gobierno subraya como la más baja desde hace 20 años.

Ahora bien, esta no es la única forma de desempleo ni tampoco la única que mide el INDEC. El Instituto también dispone y publica otros indicadores que cuentan a las personas que teniendo un trabajo mercantil están disponibles para trabajar más, algunas buscan otro trabajo activamente (demandantes de empleo ocupadas), y otros no lo buscan activamente. Se trata, en su mayoría, de otras formas y otros grados de desempleo laboral que el INDEC los califica como “distintos tipos de presión sobre el mercado de trabajo”, y que los estudios especializados denominan Desempleo oculto en empleos precarios[iii]. Esta tasa agregada fue del 21.6 %[iv] para el segundo trimestre de 2023. Sumando ambas tasas resulta 28 %, es decir que de 100 personas que hoy están en el mercado de trabajo, 28 de ellas manifiesta padecer algún grado de desempleo de su fuerza de trabajo.   

¿Por qué existe el fenómeno de desempleo oculto en empleos precarios?

Este fenómeno, bastante estudiado por el pensamiento estructuralista latinoamericano, aparece en mercados de trabajo heterogéneos, en los cuales el crecimiento económico no genera la totalidad de empleos que demanda la sociedad. Como vivimos en economías de mercado, con inexistentes o débiles instituciones de bienestar que sostengan subsidios de desempleo que permitan a las personas desempleadas ocupar su tiempo en solo buscar un empleo, hay un segmento de población que mientras busca empleo desarrolla cualquier tipo de actividad, en general de condiciones precarias, y otro segmento que realizan estas actividades precarias sin buscar ya una mejor ocupación. La manifestación de las personas que, aun estando ocupadas, buscan otro empleo o están disponible a trabajar más, es un indicador de este fenómeno.  

Esta es la situación de parte de la población trabajadora que hoy se encuentra en el mercado de trabajo. La actual baja tasa de desempleo abierto no es un indicador de un buen comportamiento del mercado de trabajo, sino todo lo contrario. En conjunto con los otros indicadores está evidenciando la gravedad de la carencia de empleos plenos que, por supuesto, se manifiesta en la carencia de ingresos. Que la población utilice estrategias para obtener ingresos y poder resolver la compra de alimentos en condiciones crecientes de pobreza, y que por dicha razón aparezca en las estadísticas laborales como ocupada y no como desocupada, no puede nublar el diagnóstico de que en la economía argentina existe un problema de creación de puestos de trabajo plenos.[v]

¿Por qué entonces en los años noventa había tasas de desempleo abierto del 20 %?

El fenómeno de dichos años, justamente, fue de otras características. La decada del noventa se inició con las reformas estructurales regresivas del gobierno de Carlos Saúl Menem, que supuso la destrucción abrupta y extendida de puestos de empleo en el sector industrial y en otros sectores de actividad, y atravesó diferentes tamaños de firmas. Empresas que cerraron líneas de producción reemplazándolas por produccion importada, compra de empresas locales por capital extranjero, cierres de pequeñas y medianas empresas, racionalización de planteles laborales por el proceso de privatizaciones de las empresas del Estado, y racionalización del empleo público. Una parte de este segmento pertenecía a estratos de ingresos medios, que contaban con indemnizaciones, retiros voluntarios, o cierto ahorro, que les permitía financiar un período de búsqueda de empleo.

A modo de ejemplo, entre 1993 y 1995 la personas desempleadas aumentaron en 896.000, se explica en parte por 210.000 puestos de trabajo destruidos en la industria, y 256.000 puestos destruidos en las actividades de comercio, restaurante y hoteles. En el año 1995, de las personas con estudios universitarios incompletos que estaban en el mercado de trabajo del Gran Buenos Aires, el 19 % estaba buscando empleo. En esos momentos la tasa de desempleo abierto era del 20 %, y el 80 % de las personas que componían esa tasa venían de una ocupación previa. La mitad de las personas desempleadas que solo buscaban empleo provenían de despidos. Es decir, se trataba de una parte importante de personas de estratos de ingresos medios que habían sido despedidas de sus trabajos, que pasaron a la busqueda de un nuevo empleo esperando condiciones similares, en otros términos, personas que venían de estar ocupadas en empresas capitalistas y que no contaban con el perfil para desarrollar, en lo inmediato, actividades precarias del denominado sector informal.  

Llegamos a la situación actual…

En la actualidad, de 100 personas ocupadas aproximadamente 40 tienen importantes problemas de empleo, sumado a que el 51 % de las personas que trabajan habita en hogares que son pobres por ingresos[vi]. No podemos dejar de señalar que este panorama proviene, en parte, de la forma en que se resolvió aquella tamaña tasa de desempleo abierto del 20 % que devino en la crisis del año 2001. Estamos frente a un problema estructural que avanza desde hace años, donde, repetimos, la tasa de creación de puestos de empleo cuando sucede es baja, y a la que no accede el segmento poblacional caracterizado en esta nota que padece un desempleo oculto en la precariedad de las actividades que desarrolla.

De allí que el diagnóstico de identificar a las tasas estadísticas de desempleo abierto y de empleo como la más alta y como la más baja de los últimos veinte años, como indicadores de un comportamiento positivo del mercado de trabajo, es engañoso.

Hoy, más que nunca, son indicadores de los graves problemas que transita la población trabajadora y que requieren de una atención urgente. Bregamos por diagnósticos que logren visibilizar los problemas estructurales, y apunten a recuperar la estructura productiva y ocupacional del país, y las condiciones de vida digna de la sociedad.

[i] https://www.ellitoral.com/economia/massa-empleo-industria-destacado-economia-argentina-crecimiento-produccion_0_9ghh75z5KM.html

[ii] https://www.elcohetealaluna.com/massa-cuenta-todo/

[iii] Giosa Zuazua (1999). Desempleo y precariedad laboral en la Argentina de los años 90. Revista Época, Nº1.//Resta y Toler (2006). Desempleo oculto. Su medición y representatividad. Ciencia, Docencia y Tecnología Nº 32, Año XVII, mayo de 2006// https://www.dieese.org.br/metodologia/metodologiaPed.html

[iv] Esta tasa incluye a las personas ocupadas, disponibles para trabajar más, y que están buscando activamente otra ocupación, que asciende a 16.2 %, y a las personas ocupadas disponibles para trabajar más, pero que no buscan activamente, cuya tasa es 5.4 %. Cabe aclarar que la tasa de desempleo abierto (6,2 %), sumada a las ocupadas que buscan activamente (16.2 %), conforman la presión sobre el mercado de trabajo para la determinación del nivel de salario, tasa que asciende a 22.4 %.

[v] Las explicaciones de la baja tasa de empleos plenos excede las posibilidades de esta nota. es importante mencionar que la productividad laboral agregada de la economía argentina se mantuvo constante en los últimos cincuenta años, según lo presenta el Boletín Coyuntura laboral en Argentina. Este informe da cuenta de que el problema radica en el bajo crecimiento de la productividad al interior de las empresas, y en las dificultades para ampliar la participación en la producción y el empleo de actividades con mayores niveles de productividad. De allí, en el año 2019, el 61 % del valor creado por la industria manufacturera responde a sectores intensivos en el uso de recursos naturales. (CEPAL-OIT. Volumen 2, Nº1, 2023).

[vi] Según la información de IIGG (UBA)-ODSA (UCA) el 15 % de las personas ocupadas trabajan menos de 35 horas semanales con ingresos que no alcanza a cubrir los gastos de la canasta básica alimentaria, y otro 25 % son asalariados no registrados, inestables, o subocupados que trabajan menos de 35 horas semanales, o independientes inestables o también subocupados. (ODS-IIGG en: “A 20 años de la salida de la crisis de la convertibilidad: dos décadas de segmentación laboral, deterioro de las ocupaciones y la pobreza en la Argentina urbana (2003-2022)”.

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