Comunicado de Unidad Popular en apoyo a la candidatura de Sergio Massa, desde un planteo propio.

Del 13 de agosto al 22 de octubre

El proceso electoral vivido entre las PASO y la Primera Elección General, ilustra con precisión la madurez política que caracteriza al pueblo argentino. Por un lado, el 13 de agosto pateó el tablero poniendo en evidencia la crisis de representación política existente, y por otro el 22 de octubre, priorizó el mantenimiento de un cuadro de situación que, pese a sus profundas limitaciones, otorga mayores condiciones de legalidad para el desarrollo y afirmación de una Propuesta de Democratización, Igualdad y Soberanía.

Decimos que el 13 de agosto pateó el tablero porque lejos del argumento de la supuesta elección de los tres tercios, lo que hubo son cuatro cuartos. El rechazo a la oferta electoral expresado en el ausentismo, el voto en blanco y los anulados, suman una cuantía de ciudadanos equivalente a los porcentajes que expresaron Milei, Bullrich y Massa. Este rechazo a la oferta electoral señaló el final del ciclo político iniciado luego de la crisis del 2001, transformando en minoritarias las coaliciones de mayorías que habían dominado los últimos veinte años. A la vez, situó en el primer lugar a alguien que en base al slogan del «cuestionamiento a la casta» canalizó la bronca y la frustración de las expectativas populares. La magnitud alcanzada por el rechazo electoral y la bronca expresada respecto al sistema político, sumado a todos aquellos que votaron sin creer demasiado en lo que votaban, habla a las claras sobre la evidente necesidad y búsqueda de una alternativa política que exprese los deseos de la mayoría de la sociedad.

Luego, el 22 de Octubre, cuando apareció con claridad que el slogan de cuestionamiento a la casta era una ficción que ocultaba el vínculo con lo peor de esa casta (Barrionuevo- Macri), que transformaba a la sociedad en un mercado poniéndole precio a la vida impulsando el comercio de órganos y de chicos, que promovía descaradamente la destrucción de los ingresos de los argentinos induciendo expresamente una hiperinflación y promoviendo la privatización de la Salud y la Educación, reivindicando la represión genocida de la Dictadura, y convocando abiertamente a la construcción de una sociedad signada por la violencia, la misoginia y el sálvese quien pueda proponiendo la libre portación de armas, ahí, aun sin convicción ni entusiasmo, gran parte de los que no habían votado cambiaron su postura.

Parte importante de quienes no intervinieron en las PASO concurrieron a votar (más de 2,5 millones de ciudadanos/as) y dieron vuelta la elección. Priorizaron el mejor marco de legalidad y de menor sufrimiento para el conjunto de la sociedad. Marco en el cual la lucha social, el debate y la construcción política permitan ir desplazando esa lógica del ajuste perpetuo que todo lo agrava y nada resuelve, y que se ha transformado en la clave determinante de todas las opciones en condiciones de gobernar. Desplazar la lógica del ajuste perpetuo para avanzar en el proceso de Democratización, Igualdad y Soberanía que necesita nuestra sociedad, y que no pudimos expresar en estas elecciones, sigue siendo la tarea política principal a concretar en esta hora de la Argentina. Esa tarea que tiene y puede volver a enamorar a todos aquellos que son mayoría y que están atravesados por la bronca, la desilusión y la apatía y que están hartos de optar por lo menos malo.

Lo que se logró y lo que necesitamos

No es poco lo que ya se ha logrado. El poder institucional de la Argentina, tanto de los gobiernos provinciales, intendencias y Parlamento Nacional, así como de las organizaciones sociales, sindicales, territoriales, culturales, empresarias y eclesiales, constituyen ya un límite infranqueable ante cualquier intento de un eventual (e improbable) triunfo de Milei. Es más, su situación institucional lo coloca a tiro de juicio político frente a cualquier intento de promover estrategias que lleven al colapso a nuestra sociedad.

Falta aún la definición final. Y esa definición reclama que estos próximos veinte días sirvan para comenzar a sostener ese Proyecto que le sigue faltando a los argentinos. Tiene que quedar clara la necesidad de reorientar el rumbo de nuestro país. Esta reorientación tiene contenidos concretos.

Es imprescindible entender que, más allá del discurso antipolítica de la casta, la institucionalidad en la Argentina muestra signos evidentes de agotamiento. Argentina necesita un shock de democratización. Exige una profunda refundación institucional que promueva la participación organizada de la comunidad en las decisiones. El gobierno de la Unidad Nacional no puede fundarse sobre criterios meritocráticos. La Unidad Nacional supone la Comunidad convocada a participar y sintiéndose parte de la decisión. Es este camino el que permitirá poner en caja los comportamientos que siendo negativos para la comunidad, sostienen, reproducen y amplían los privilegios y beneficios extraordinarios que esta Argentina del 60% que no llega a fin de mes y del 43% de pobres, le garantiza a una parte muy minoritaria de su población. Ese 1% que apropia el 25% de la riqueza y ese 10% que controla el 60% de la misma. Es también el camino que permitiría discutir de otro modo con el FMI y los acreedores privados el problema de una deuda ilegítima y la absoluta corresponsabilidad del FMI en la crisis de nuestro país.

Es en este marco de mayor Democratización, en el que podemos sostener e impulsar dos necesidades imperiosas de la Argentina.

LA PRIMERA. Un SHOCK DISTRIBUTIVO que permita comenzar a superar la crisis de ingresos que vive la gran mayoría de la población. Una Política de Redistribución Progresiva de los Ingresos que debe asumir la nueva realidad sociolaboral que vive la Argentina entendiendo que ya no alcanzan las viejas políticas distributivas. Solo a modo de ejemplo, el salario mínimo, vital y móvil, no solo ya no es ni vital ni móvil, sino que tampoco es siquiera mínimo. Una de cada tres personas que trabajan hoy en nuestro país no perciben el salario mínimo que por ley se establece. La prioridad de una política seria y eficaz que permita redistribuir ingresos exige reconstruir un piso civilizatorio y laboral que la informalidad, el hambre y la pobreza han eliminado del presente de nuestro país. Esta situación exige incorporar en las políticas públicas los aportes de planteos como el INGRESO BÁSICO UNIVERSAL, así como también los relativos a propuestas tales como EL EMPLEO GARANTIZADO. Sin la puesta en marcha de políticas públicas de ALCANCE UNIVERSAL que reconozcan la magnitud alcanzada por la población laboral que funciona por fuera del SISTEMA LABORAL FORMAL , no hay posibilidad de redistribuir progresivamente los ingresos.

LA SEGUNDA. Un SHOCK PRODUCTIVO donde la insistencia en una salida exportadora que caracteriza el discurso dominante, debe ser sustituida por la necesidad de una Reconstrucción Productiva cuyo eje debe estructurarse en torno a la SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES y la importancia del MERCADO INTERNO DE CONSUMO POPULAR.

Comenzamos poniendo el acento en la Democratización y la participación organizada de la Comunidad porque esta es la clave para refundar la Institucionalidad y crear EL NUEVO TIPO DE ESTADO que necesitamos. Está visto que el Estado existente exhibe la más absoluta impotencia para defender el interés del conjunto (lo público) y orientar el desarrollo. Está visto que se requieren nuevas y eficaces regulaciones que redunden en un control público de las cadenas de producción que dominan la exportación y del propio comercio exterior. Regulación pública que extendiéndose sobre el sistema financiero haga posible el control sobre la oferta de divisas limitando la fuga sistemática de excedentes que el país genera. Estrategia necesaria para poder manejar la evolución del tipo de cambio y del excedente que el país produce, en función del desarrollo del país.

LA PARTICIPACIÓN ORGANIZADA DE LA COMUNIDAD es la clave para construir y sostener UN NUEVO TIPO DE ESTADO que impulse una discusión distinta de la deuda y una relación que defienda la independencia de nuestras políticas respecto al FMI. Que promueva una distribución progresiva de los ingresos y una reconstrucción productiva financiadas con la captura pública de las rentas que nuestro país genera sobre nuestros bienes comunes (hidrocarburos, minería, pesca, tierra, litio, etc.) esta es la nueva orientación estructural que hay que marcar para decir que iniciamos un camino que se propone terminar con la Argentina que busca dólares rápido, sobreexplotando la naturaleza y reprimarizando las exportaciones para pagar una deuda ilegítima, postergando el desarrollo industrial y promoviendo desigualdades, pobreza y hambre. Orientación ésta que ha venido primando, incluso con el presente gobierno, y que se sostiene con un sistema de representaciones políticas e institucionales que todos los días profundiza su crisis de legitimidad y ahonda la distancia, la falta de confianza y la incredulidad sobre el sistema político.

Esta nueva orientación estructural es la única que puede dar respuesta a los tres problemas centrales que tiene hoy la Argentina: la insuficiencia de los ingresos que hoy percibe la mayoría de la población, la escasez de reservas y la inflación. La lógica del ajuste perpetuo y la subordinación al FMI no solo no resuelve, sino que agrava los problemas señalados.

La nueva orientación estructural que necesita la Argentina debe inscribirse en la coyuntura inmediata, poniendo en marcha UNA POTENTE ESTRATEGIA POPULAR ANTIINFLACIONARIA pensada desde una visión estructural de la inflación que supone entenderla como la ausencia de un orden en el reparto de los ingresos en la sociedad.

Se trata de CONGELAR LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO FRENANDO LA PUJA EXISTENTE. Congelamiento indispensable ya que es imprescindible quebrar la inercia propia de una economía que funciona al 130% anual. No hay salida gradual para procesos inflacionarios de esta naturaleza. Pero ESE CONGELAMIENTO NO PUEDE NI DEBE CONGELAR LA DESIGUALDAD DISTRIBUTIVA EXISTENTE. Debe fundarse en un movimiento previo del conjunto de las variables de la economía, de la estrategia fiscal y de la política monetaria, de carácter progresivo, y que permita adelantar los ingresos (salarios, política social, jubilaciones) respecto al nivel de precios. También establecer una relación entre el tipo de cambio, la tasa de interés y las tarifas, que favorezca la actividad productiva y límite al extremo la valorización financiera. El nuevo esquema de precios relativos debe incluir estas definiciones como condición para el éxito del congelamiento. Es decir, el congelamiento tiene que darse en el marco del shock Distributivo y del Shock Productivo que ya señalamos. Congelamiento que debe inscribirse además en un contexto donde un manejo diferente del comercio exterior (como ya señaláramos) permita diferenciar los precios internos de los internacionales en aquellas producciones ligadas fundamentalmente a los alimentos y la energía. Y que promueva nuevas estrategias de regulación por cadena de producción que disciplinen los comportamientos oligopólicos que caracterizan a los principales mercados de la economía argentina. Una vez más la participación organizada de los distintos actores que intervienen en las diferentes cadenas de producción, materializada en la creación de MESAS DE CONCERTACIÒN Y CONTROL, es clave para ir mejorando vía regulación de precios la distribución de los ingresos en cada sector de la economía.

Un SHOCK DE DEMOCRATIZACIÓN que permita recuperar SOBERANÍA, para impulsar un SHOCK DISTRIBUTIVO que recomponga ingresos y amplíe el mercado interno de base popular, articulado con un SHOCK PRODUCTIVO basado en la Sustitución de Importaciones e inscripto en un PROGRAMA POPULAR ANTIINFLACIONARIO, son claves para avanzar hacia un nuevo tiempo de la Argentina.

Desde unidad popular vamos al balotaje con unión por la patria para terminar con la motosierra, el gatillo fácil y el ajuste perpetuo y para construir un nuevo tiempo en la Argentina.

Vamos al ballotage con unión por la patria, para intervenir y profundizar el realineamiento de las fuerzas políticas y sociales que necesitamos para impulsar y sostener el proceso de democratización, igualdad y soberanía que demanda la argentina.

Claudio Lozano
Presidente Unidad Popular

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