El discurso de Caputo: las mentiras del ministro cuevero

Por BRUNO NAPOLI. (Ensayista e investigador en historia, ex integrante de la oficina de DDHH de la CNV)

Milei sigue en una especie de cumpleaños (diría Bar Mitzvah, pero mal que le pese, nuestro presidente no es judío, con lo cual su fiesta por ahora es local) sacándose fotos en cada mesa con los invitados y sin plan económico a la vista. No hay forma que lo tenga, pues no tiene nociones de macroeconomía por dos cuestiones básicas: no sabe mucho del tema (nunca lo estudió a fondo) e ideológicamente no puede suscribir planes macro pues es un anarco-capitalista (“¡muera al estado, viva la propiedad privada!”, sería su único slogan). A la usanza de los marginalistas, para Milei todo acto económico se define entre personas, sin mediación estatal. Esto le impide apoyarse en los viejos economistas liberales (que suelen criticar el Estado, pero lo ocupan para hacer sus buenos negocios) o en sectores de derecha conservadora (según se define a sí mismo, Milei no es derecha ni izquierda, es anarco-capitalista).

Esto marca su comienzo a la deriva, sin plan, y con “asesores” reunidos todo el tiempo intentando mostrar algo de coordinación sin anunciar nada (salvo los eslóganes de campaña, como “achicar el gasto estatal”). En este marco de deriva y sin plan, es que recurre a una consultora dedicada a cambiar dinero en la “city” (se los conoce como “cueveros”) y les entrega los resortes decisionales de la economía: Ministerio de Economía propiamente dicho, Banco Central y Finanzas. Y aquí aparece el ministro principal, mintiendo descaradamente en cadena nacional. Comienza agradeciendo a sus votantes (sic: “a nuestros votantes”) y a quienes no lo votaron también. Luego menciona un invento maravilloso de algunos economistas de pacotilla que prendió rápidamente en no poca gente y repite hasta el almacenero: “precios reprimidos” (o su variante “inflación reprimida”); dice sin sonrojarse que las tarifas, energía y dólar valen una quinta parte de lo que deberían, sin ninguna referencia a números reales o relación con los costos; es decir, en el aire. Luego inventa ese 15.000 % de inflación sin ninguna cuenta real de referencia rigurosa, y se antepone a la catástrofe señalando la raíz del problema: el déficit fiscal (gastar más de lo que se recauda). Es cuando llega al paroxismo de la mentira y la impunidad, pues ese déficit no tiene que ver con la existencia de más o menos empleados en la administración de la cosa pública. La raíz de ese problema es el propio Caputo y su equipo económico (con Macri a la cabeza), que entre 2015 y2019 generaron un déficit fiscal y cuasi fiscal impagable, emitiendo deuda del Estado en bonos (algunos a 100 años, que mediante consultoras off shore compraban del otro lado del mostrador muchos funcionarios), justamente, por gastar más de lo que se recaudaba.

El entonces (¡y ahora también!) ministro Caputo, a medida que pedía dólares para pagar la deuda anterior, permitía la compra de esas divisas a fondos de inversión mediante remates públicos desde la página del BCRA… Remataba los dólares de la deuda tan obscenamente que el propio Fondo Monetario Internacional pidió que lo echaran del gobierno por ese motivo. Mientras tanto, le dejó al país un déficit impagable que el desgobierno de Alberto Fernández jamás solucionó como debía.

Por eso impacta la impunidad de su discurso: subestima el problema de la deuda (que él generó), finge demencia con la inflación (que él duplicó) y omite la falta de dólares (que él vendió en remates públicos) para culpar solo al déficit. ¿Le echa la culpa a la gente?

No conforme con el derrotero de falsedades y omisiones, el ministro cuevero miente también cuando recapitula los años de déficit de la Argentina, sin referencia a registro alguno. En consonancia con el lugar común que intenta instalar el presidente electo, glorifica la “Argentina potencia de 1880”, cuando no hay registros del PBI de esa etapa. En todo caso, sí hay registro de un país con una clase muy rica y el resto, la mayoría, muy pobre. ¿Es ese el horizonte real de Caputo y sus secuaces? Por otro lado, si de déficit o de plata faltante se trata, no menciona en ningún momento la evasión fiscal de los sectores más pudientes de la Argentina, que es gigantesca y explica gran parte de la baja recaudación constante del Estado (cualquiera sea el gobierno). Fueron 20 minutos de mentiras con una impunidad que asombra, y le sirvieron para anunciar un ajuste brutal sobre los mismos de siempre (la gente común), sin plan económico a la vista.

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