Rosario: el futuro de una ciudad en las manos del pueblo.

Por FRANCO INGRASSIA 

“donde crece el peligro / crece también lo que salva”

Friedrich Hölderlin

El domingo 16 de julio de 2023 se celebraron las PASO en la Provincia de Santa Fe. En la ciudad de Rosario, en la categoría intendente, Juan Monteverde, precandidato de un espacio político denominado “Rosario Sin Miedo”, se impuso sobre Roberto Sukerman, precandidato apoyado por los sectores más tradicionales del peronismo santafesino. Se abre un escenario inédito en la ciudad: en las elecciones generales del domingo 10 de septiembre se enfrentarán, en una especie de balotaje, sólo dos candidatos: Monteverde y Javkin el actual intendente, quien pudo imponerse a otros tres candidatos de peso en la recientemente constituida alianza de la derecha santafesina (compuesta por la UCR, el PRO, el PS y otros partidos menores). 

Quien quiera entender cómo y por qué sucedió esto tiene que partir de una premisa: lo que sucede en Rosario tiene que pensarse desde Rosario, “en interioridad” diría Sylvain Lazarus, y no desde un punto de vista externo, supuestamente central o nacional, lo que en palabras del ya mencionado Lazarus, implicaría un pensamiento “en exterioridad”. Y esto es así porque los elementos cruciales que configuran esta situación política son locales, no se trata de traducciones de otras dinámicas ni de procesos que tengan origen externo. 

Y si bien siempre se toma el tren en movimiento, un buen punto de partida es 2001. La irrupción multitudinaria de las jornadas del 19y20 y los procesos de experimentación política desarrollados durante buena parte del 2002 le mostraron a una generación que había política más allá del voto. Y que nociones específicamente políticas como movimiento, autonomía o territorio eran capaces de articular procesos de transformación social tanto o más potentes que aquellos en los que la centralidad era ocupada con nociones como partido, representación o proceso electoral.

Fue en la estela de esa apertura de posibilidades políticas más allá de lo estatal que, a pocos años del 2001, unos pocos jóvenes menores de 25 años, entre los que se encontraba Juan Monteverde, llegaron por razones azarosas a un barrio periférico en el norte de la ciudad llamado Nuevo Alberdi. Constituidos como un colectivo militante denominado “GIROS”, desarrollaron una política de construcción social, sin vínculos con organizaciones partidarias, sindicales, religiosas o sociales preexistentes.

En 2007, el desborde del arroyo Ludueña inundó todo Nuevo Alberdi. Y ahí GIROS participó activamente en la creación del primer Centro de Evacuados Autogestionado que conoció la ciudad. “Cuando ya no nos quedó ropa seca en nuestras casas nos dimos cuenta de que teníamos que tomar una decisión: o nos retirábamos y retornábamos más adelante en condiciones más ‘favorables’, asumiendo nuestra militancia como una actividad de tiempo libre, o nos comprometíamos completamente con la militancia como forma de vida, en un salto que no tenía vuelta atrás” cuenta sobre esas jornadas cruciales un compañero de GIROS que hoy es también parte fundamental de actual la victoria colectiva en las PASO. 

Luego vendrían las disputas contra la especulación inmobiliaria. Nuevo Alberdi tenía las últimas tierras urbanizables de la ciudad. Y ciertos desarrolladores urbanos comenzaron un violento proceso de “acumulación por desposesión” de dichas tierras, con el objetivo de construir un barrio privado. GIROS fue allí fundamental no sólo en la resistencia territorial a los desalojos, sino también en lograr elaborar y hacer aprobar en 2010 en el Concejo Municipal de Rosario, con voto casi unánime, la ordenanza del “YA BASTA”, la primera legislación en la región en prohibir la construcción de nuevos barrios privados, constituyendo además una experiencia inédita donde un movimiento social lograba producir normativa urbanística clave para la materialización de un modelo de ciudad determinado. Esos años de lucha serían tiempos de creación de otros “proyectos prefigurativos” emplazados en Nuevo Alberdi: la Escuela ETICA, primer institución educativa de gestión social de la Provincia de Santa Fe en obtener reconocimiento ministerial y del Tambo “La Resistencia”, el último tambo de la ciudad de Rosario, hoy además una cooperativa de producción láctea que demuestra que es posible producir alimentos ricos y sanos en la periferia de las ciudades. La noción de prefiguración, siempre central en GIROS y luego en Ciudad Futura, sirvió para caracterizar un método singular de construcción política centrado en construir hoy, prefigurativamente, a la escala que corresponda al grado de organización desarrollado, fragmentos del modelo de ciudad que se deseaba para el mañana. Juan Monteverde, quien junto con Caren Tepp y Toni Salinas, también referentes clave entonces de GIROS y hoy de Ciudad Futura, vivió dos años en el Tambo La Resistencia, suele referirse a esos tiempos como “los más felices de nuestras vidas”.

2013, por su parte, fue el año en que una de las consignas más innovadoras de GIROS: “dejar de ser para ser más”, se materializó en la fundación, junto con el Movimiento 26 de Junio, otro importante movimiento social rosarino, de Ciudad Futura. Un “partido de movimiento”, es decir, una organización político-partidaria creada por movimientos sociales, con la lógica de construcción política de los movimientos sociales.

2015 sería el año del primer “batacazo” de Ciudad Futura, que en las elecciones legislativas locales logra acceder a tres bancas del Concejo Municipal, superando incluso en cantidad de votos a la lista del peronismo local. El partido de movimiento se revelaba con una herramienta eficaz para dar disputas electorales, traduciendo autoorganización en representación política y posteriormente representación política en autoorganización. Fue allí mismo, en la noche de las elecciones de 2015, que Juan Monteverde declaró que estos resultados no sólo representaban una victoria colectiva, sino que implicaban un nuevo desafío: proponerle a la ciudadanía que había confiado en esta nueva alternativa política un proyecto viable de transformación global de la ciudad. El proceso político de Ciudad Futura asumiría a partir de allí el objetivo de ganar las elecciones ejecutivas municipales, como parte de la profundización de la transformación ya iniciada con los proyectos estratégicos prefigurativos, que mostraban que otras formas de educación, de producción, de cultura y de construcción de la ciudad eran posibles.

Los años siguientes fueron años de consolidación del proyecto político de Ciudad Futura, tanto en los territorios como en la participación institucional. Pero también fueron los años de la intensificación de la violencia urbana en Rosario, cuya tasa de homicidios llegó a cuadriplicar la media nacional. Fue en medio de esta crisis que Juan Monteverde llamó, a través de una carta abierta, a toda la ciudadanía a constituir un nuevo espacio político, Rosario Sin Miedo, centrado en la idea de hacer de la construcción de una respuesta a la violencia la prioridad número uno de la política local. Y entendiendo que para ello la primera condición era la constitución de una nueva fuerza, plural y potente, que pudiera asumir la tarea. Esa convocatoria encontró eco en organizaciones como el Movimiento Evita, Patria Grande o Unidad Popular, sectores sindicales y culturales de la ciudad, militantes de diversas tradiciones políticas, incluyendo socialistas distanciados de la dirigencia del PS que decidió confluir en una alianza con el PRO y la UCR. Fue Rosario Sin Miedo entonces la nueva síntesis política que impulsó la candidatura de Juan Monteverde, vencedora, en un nuevo batacazo, en las PASO del domingo.

Quedan por delante las elecciones generales del 10 de septiembre con un escenario nítidamente definido en términos de cambio o continuidad. La continuidad de la gestión actual de Javkin, es decir, la prolongación del presente de la ciudad por cuatro años más. O el cambio no sólo de gestión sino de cultura política que expresa Juan Monteverde. La victoria de Rosario Sin Miedo en esas elecciones dará paso entonces a un desafío más profundo: poner el Estado Municipal al servicio de la profundización y generalización de los procesos de ampliación de la democracia y autonomía social que podrán transformar la ciudad. Ya que, como supo decir Frantz Fanon más de seis décadas, “no hay demiurgo, no hay hombre ilustre y responsable de todo, el demiurgo es el pueblo y las manos mágicas no son en definitiva sino las manos del pueblo.»

Para ampliar el análisis del proceso político comentado en este texto recomendamos leer:
El laboratorio político rosarino

Foto: Página 12

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